Montaña, Óleo sobre Lienzo, 76 x 61 cm

Cina-Cina I, Óleo sobre Lienzo, 101 x 76 cm

Recorrido, Fotografía digital sobre papel algodón, 49 x 58 cm

Mezquite, Fotografía digital sobre papel algodón, 46 x 63.5 cm

Saguaros, Fotografía digital sobre papel algodón, 66 x 38 cm

Palo Verde I, Fotografía digital sobre papel algodón, 40.6 x 63.5 cm

Palo Verde II, Fotografía digital sobre papel algodón, 38 x 63.5 cm

Flores Silvestres, Fotografía digital sobre papel algodón, 38 x 58.5 cm

Agave, Fotografía digital sobre papel algodón, 38 x 58 cm

Katia Miranda

Desierto

La realidad puede ser demasiado irreal.

Murakami (trastocado)

Katia Miranda, artista salvadoreña que vive en Guatemala, lleva muchos años investigando las dimensiones físicas, científicas, psicosociales, ecológicas, filosóficas y estéticas del plástico y sus derivados. El resultado son obras pictóricas, tridimensionales o instalativas que ahondan en las fronteras porosas entre materiales sintéticos, nuestros cuerpos y sensaciones, y los demás seres y elementos de la naturaleza. En otras palabras, para la concepción de sus piezas, son tan importantes las cualidades del plástico como las maneras como este material afecta a la Tierra y a todas sus criaturas.

Por otra parte, ya no solo se sirve de fotografías como apoyo investigativo para crear sus óleos, sino que las reconoce como obras de arte con mérito propio. Tras una rigurosa preparación, que, no obstante, se abre al azar y a la sorpresa, las pinturas y fotografías en “Desierto” –su nueva serie, aquí expuesta– generan realidades híbridas e informes. Evocan todos los sentidos. El paisaje y el tiempo mismo parecen extenderse, desdibujarse y fluir allí, o agolparse, comprimirse y refractarse allá. Turbadores y cautivantes a la vez, estos espacios no se centran en el ego. Ni siquiera en la percepción humana. Paradoja: por esa razón seducen.

Adrienne Samos